miércoles, 13 de noviembre de 2013

Beneficios del kárate y otras artes marciales


No es para nada un secreto que mi deporte preferido para practicar son las artes marciales. Aunque de manera intermitente (por eso aún no soy cinturón negro) llevo unos 10 años practicando kárate y para mí fue una de las cosas que cambió mi vida en muchísimos sentidos, tanto físicos como anímicos. No es que pretenda convenceros como tal para que os apuntéis al dojo más cercano, pero sí que creo que vale la pena tenerlo en cuenta si, por ejemplo, tenéis hijos y queréis apuntarlos a que practiquen algún deporte.

- Probablemente las artes marciales sean uno de los deportes más completos que se pueden realizar. Como deporte, implica un aumento de la fuerza, la agilidad, la potencia, la coordinación motriz, reflejos, equilibrio, flexibilidad, resistencia... Todo ello sin implicar movimientos demasiado repetitivos que pueden acabar provocando lesiones como ocurre por ejemplo con el tennis o el fútbol.
- Se entrenan movimientos, no músculos, con todo el cuerpo. Para aumentar el rendimiento siempre va mejor compaginar el entrenamiento con un entrenamiento de fuerza, pero hay pocos deportes en los que el uso indistinto de cualquier músculo o extremidad sea tan patente. Es decir, si os interesa un deporte con el que tener un cuerpo funcional, las artes marciales son una muy buena opción.
- Es ideal para adelgazar. Las sesiones de entrenamiento suelen consistir en intervalos de intensidad y momentos de descanso. Es talmente un entrenamiento HIIT, pero muchísimo más variado y divertido que correr mirando al reloj.
- Aprendes a pelear. Para mí el prepararme para un combate real no ha sido nunca una prioridad a la hora de entrenar en kárate, pero es innegable que mis posibilidades en un enfrentamiento son mucho más altas ahora que hace unos años.
- Aún así, esa capacidad de pelear no implica una agresividad, probablemente por el aura de orden marcial que se respira en el dojo. Realmente conozco a pocos karatekas que sean violentos y aprovechen su entrenamiento para meterse en peleas, aunque por supuesto hay de todo.
- Crea afición. Donde yo voy hay muchos que son prácticamente ancianos y vienen haciendo prácticamente los mismos movimientos que los más jóvenes. Tampoco es raro que alguien de más de 50 años se saque el cinturón negro.

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