miércoles, 20 de mayo de 2015

Cambios genéticos en el ser humano

Yasokichi Konikichi, luchador de sumo samoano
En muchos textos en donde se habla de la dieta paleolítica, se exagera al afirmar sin remilgos que el ser humano no ha evolucionado apenas desde la introducción de los cereales. Podemos observar a poblaciones que han adoptado tardíamente una dieta occidental para ver hasta qué punto el ser humano ha sufrido adaptaciones a una dieta occidental. 

En el libro Food and Western Diseases de Staffan Lindeberg, el tema se trata, aunque en cierta manera de un modo perpendicular:
"Hoy en día, podemos ver una explosión de la incidencia de diabetes tras la introducción de un estilo de vida occidental. La situación en el Pacífico Sur es en cierta manera extraño, con una gran incidencia de diabetes entre jóvenes en países como Fiji, Samoa y Tonga[...]."
De hecho podemos mirar los datos de incidencia de diabetes en países desarrollados y en desarrollo y ver las diferencias, como se puede ver en la imagen inferior. En países que están en proceso de occidentalización, una de las enfermedades más claramente relacionadas al estilo de vida occidental, la diabetes, tiene una distribución por edades totalmente diferente. No es un secreto que en Brasil, uno de los países estandarte de los países en vías de desarrollo, los problemas relacionados con la obesidad infantil están llegando a la situación de alarma nacional. Otro ejemplo es una mayor incidencia de obesidad entre estadounidenses de raza negra o latinos, que en blancos descendientes de europeos [1]. Podríamos decir que se trata de un problema monetario, ya que en Estados Unidos la poblacíon de raza blanca tiene un nivel de renta superior y hay buena correlación entre calidad de la dieta y nivel de renta. Pero una vez se analizan las diferencias entre raza por nivel de ingresos, los datos siguen mostrando esa diferencia entre etnias.

Wild et al. Diabetes Care (2005)  [2]


En el estudio citado, si lo miráis, se utilizan dos fuentes distintas de datos: EHDIC-SWB y NHIS 2003. En el primero no se ve ninguna diferencia y en el segundo se ve que consistentemente existe una diferencia entre blancos (no latinoamericanos) y negros. Pero en los datos del primero donde no se ve ninguna diferencia en la incidencia de diabetes entre razas, utilizan una muestra de datos con una diferencia de 7 años entre mujeres negras y blancas, teniendo las segundas 44,6 años en promedio. Es de conocimiento general que es en el tramo entre los 30 y los 40 que la mayoría de blancos desarrollan diabetes, así que sus conclusiones no creo que se sostengan suficientemente. En cambio, en el estudio del NHIS 2003, la diferencia de edad es de apenas medio año (alrededor de 34 años), viéndose en el mismo una diferencia considerable entre razas una vez separamos por nivel de renta.

Es de suponer por tanto que los humanos de origen europeo son quienes han tenido una mayor adaptación a una dieta occidental y por eso la incidencia de enfermedades de la civilización es menor

Además de la epidemiología que compara poblaciones y nos puede dar una idea de las diferencias genéticas y su relación con las diferentes enfermedades metabólicas, tenemos algunos genes identificados que afectan directamente a nuestra dieta.

  • El gen de persistencia de la lactasa: Tras la lactancia, los mamíferos dejamos de ser capaces de metabolizar la lactasa. El consumo de leche no fue extendido hasta la domesticación de los animales, y la tolerancia a la lactosa apareció en primer lugar en el este de Europa y en algunos otros lugares de modo independiente [3] como la India, Arabia o el este de África. Actualmente este gen se encuentra en un total del 35% de la población de la Tierra [4], dependiendo fuertemente de la etnia: los nativos americanos en rara ocasión toleran la lactosa, mientras que en el norte de Europa es relativamente común.
  • Amilasa: Entre los cambios de alimentación del ser humano, se encuentra entre ellos el de un aumento de hidratos de carbono utilizando féculas como tubérculos. Una de las adaptaciones fue desarrollar un mayor número de copias del gen relacionado con la amilasa salivar. Se ha encontrado de hecho una relación entre la obesidad y el número de copias de dicho gen [5].
Aún así hay que tener en cuenta que las adaptaciones posteriores al paleolítico no están diseñadas para la longevidad del ser humano sino para la supervivencia hasta la reproducción. Se cree que si los seres humanos nos hemos adaptado para ser capaces de ser funcionales bien pasada nuestra edad fértil es como soporte de sabiduría en las viejas tribus y como forma de paliar la gran mortalidad infantil. Pero tras la inserción de la agricultura y la ganadería el ser humano dejó de depender de los ancianos para la prosperidad debido a un aumento de la natalidad. Es decir, los cambios genéticos a partir del neolítico han ocurrido en un contexto diferente en el que los humanos convivíamos con los demás en una explosión demográfica en donde los ancianos dejaron de ser necesarios como lo eran durante el paleolítico.


[1] Flegal KM1, Carroll MD, Ogden CL, Johnson CL. Prevalence and trends in obesity among US adults, 1999-2000. JAMA. 2002 Oct 9;288(14):1723-7.
[2] Wild S., Roglic C., et al. "Global prevalence of diabetes: Estimates for the year 2000 and projection for year 2030". Diabetes Care. 2004 May;27(5):1047-53.
[3] Ingram CJ, Mulcare CA, Itan Y, Thomas MG, Swallow DM. 2009. "Lactose digestion and the evolutionary genetics of lactase persistence" Hum Genet 2009 Jan;124(6) 579-91. Epub 2008 Nov 26.
[4]  M. Leonardi, et al. ''The evolution of lactase persistence in Europe. A synthesis of archaeological and genetic evidence''. International Dairy Journal 22 (2012) 88-97
[5] M. Falchi, et al. Low copy number of the salivary amylase gene predisposes to obesity. Nature Genetics 46, 492–497 (2014) doi:10.1038/ng.2939
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