miércoles, 19 de agosto de 2015

Superar nuestra genética es lo que nos hace humanos


El sentido de la vida no es más que el de transportar información y el éxito de los seres humanos en la tierra es el de ser la especie con mayores probabilidades de transportarla. A diferencia de otros seres vivos, no somos simples transportadores de genes, sino que también transportamos otro tipo de información, transmitida oralmente, o por imitación: los memes. 

La potencia de una idea o una costumbre es inmensa, y su variabilidad y capacidad de mutación para aprovecharse del entorno hacen de nosotros la especie más adaptable del planeta. ¿Que hace frío? Utilizaré las pieles de los animales que he cazado. ¿Que vivo en un lugar seco? Crearé un recipiente para transportar el líquido. ¿Que quiero saber qué hay fuera del planeta? Crearé naves y trajes espaciales. 

Pero aún así, la fortaleza humana no se trata de la creación de tales habilidades, sino de la capacidad de imitación. Pocos humanos seríamos capaces de desarrollar motu propio la capacidad de hacer fuego frotando ramas, pero prácticamente todos somos capaces de aprender cuando nos enseñan. Es en el esfuerzo colectivo y la imitación que el ser humano ha sido capaz de encontrar su nicho evolutivo. La humanidad entera es capaz de beneficiarse de los que se salen de la curva y son capaces de crear información nueva -ciencia- con la que seguir mejorando nuestra capacidad de adaptación.

Es gracias a la memética que hemos sido capaces de avanzar culturalmente como hemos hecho, de abandonar costumbres ancestrales que ahora quizá nos lacrarían (decisiones poco coherentes con nuestros genes como la de decidir no comer ese dulce o levantar el culo para ejercitarse sin una razón inmediata para ello). Pero es precisamente en esta, nuestra virtud, que se encuentra nuestra gran desventaja: la información almacenada en memes tiene una capacidad de mutación mucho más rápida que nuestros genes, no en vano aquellos genes que no traían mecanismos de protección contra mutaciones rápidas serían inviables en organismos complejos como el nuestro. Nuestras costumbres han evolucionado tan rápido  que nuestros genes no tienen por qué ser capaces de alcanzarnos. Pasarnos ocho horas sentados en una oficina tiene sentido evolutivo memético, porque estamos produciendo para la sociedad, pero no genético porque estamos destruyendo nuestro cuerpo.

No tenemos que sentirnos tan culpables de ser incapaces de resistir a nuevas informaciones para las que ni siquiera culturalmente estamos totalmente inmunizados que básicamente hackean nuestros cerebros en busca de nuestros puntos débiles dictados por nuestros genes, como la comida basura y el sedentarismo, una novela de sadomasoquismo barato o el fanatismo por tu equipo de fútbol. No son más que memes tratando egoístamente de hacerse sitio en nuestra cultura. Podríamos pensar que precisamente nuestra naturaleza humana se ve reflejada en nuestras debilidades, pero también podríamos pensar que en la naturaleza humana está la capacidad de sobrellevarlas. Aunque sea natural en nosotros llevar un estilo de vida desastroso, no tenemos por qué dejarnos llevar por el mismo, la capacidad de sobrellevar nuestra genética con memética es lo que nos hace humanos.
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viernes, 24 de julio de 2015

Por qué ponerse protector solar es paleo

Imaginaos que a la gente más sedentaria de España le diera de golpe el pronto de decidir hacer el camino de Santiago.

Sus pies probablemente cogerían un aspecto semejante al de la imagen siguiente:

Fuente: http://baguette.over-blog.fr/
Gente que nunca ha movido sus pies más de 5000 pasos diarios, siendo generosos, decide de golpe caminar durante 20km con un saco de dormir a cuestas. ¿Es que caminar es malo? Obviamente no, lo que ocurre es que no hemos tenido una buena adaptación.

Voy a asumir que aquí todos habéis visto Matrix. ¿Recordáis esta escena?


Cuando Neo sale de la cápsula donde se encuentra esclavizado por las máquinas, todo su cuerpo le duele. ¿Por qué?, le pregunta a Morfeo. Porque nunca antes los habías utilizado, le responde.

Con el sol, tomar el sol me refiero, pasa algo semejante. Durante el año pasamos muchas horas dentro, cuando llega la primavera, aunque apetece estar al solecito, durante las horas más brillantes es posible que estemos trabajando. Quizá en abril, en Semana Santa, hagamos una barbacoa con los amigos y ahí nos dé un poco de sol, pero lo haremos con algo de abrigo, que aún hace fresquito. 

El patrón que seguimos de exposición solar es una absoluta locura. Igual que los pies se nos hincharían tras  20km de camino diario durante semanas si somos sedentarios, no podemos pretender que la piel pálida de un oficinista pueda hacer frente al estrés que provoca la exposición directa al sol a mediodía en verano. Aunque no sea natural, aunque no hayamos evolucionado poniéndonos cremas bronceadoras, tenemos que protegernos del exceso de sol, porque no hemos dejado que nuestra piel cree sus propias defensas. Eso por no hablar de que es dudoso que si no nos preocupara tener la estética de una tez bronceada, nos fuéramos a tostar a mediodía al sol, cuando después de salir del agua podríamos resguardarnos a la sombra, con lo bien que se está. Para los lectores pro-paleodieta, ponerse protector solar no es paleo, ni estar pálido, pero acabar siendo una gamba tampoco.


Aún así, no trataría de ser muy extremo. El sol es saludable, también lo es caminar. No porque os podáis hacer daño en los pies si los usáis de un modo extremo sin entreno, no implica que tengáis que poner zapatos súper-acolchados (mucho mejor usar zapatos minimalistas, o barefoot); de la misma manera, no tenéis que poneros en invierno una crema solar de factor extremo por miedo a lo que pueda hacer el sol. En España, entre un 50 y un 70% de adultos sufren de deficiencia de Vitamina D, un tipo de vitamina que los humanos generamos en las células de nuestra piel cuando nos da el sol (también existen otras fuentes dietarias, pero el sol es la principal), es tan importante que los homo sapiens que salieron de África se adaptaron a tener una piel más clara que fuera más eficiente en su síntesis. El sol es saludable, pero en las dosis adecuadas, con las que evolucionamos a recibir durante el año, pero no lo es recibirlo a picos extremados.

Lo importante siempre es contextualizar la información. Si sois pálidos de piel, no os suele dar mucho el sol, haced caso a las recomendaciones: evitar sol a mediodía o ponerse alguna protección alta, tratad de evitar las quemaduras solares al igual que trataríais de evitar que se os hincharan los pies como pelotas. ¡Eso por no hablar de lo incómodo que es!
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martes, 30 de junio de 2015

Cómo comer saludable

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¿Qué es sano? ¿Qué engorda? ¿Qué necesitamos para llevar una vida sana? Todas estas preguntas nos las hemos hecho una y otra vez quienes parece que no lo tenemos tan fácil, ya sea por los hábitos con los que hemos madurado o por genética, o quizá un poco de ambas (¿has oído hablar de la epigenética?).

Alguna vez lo he dicho, incluso en este mismo blog... De nutrición, desde el punto de vista más estricto, se sabe relativamente poco. Se pueden hacer hipótesis, podemos conocer casos de gente a la que le ha ido bien bajar carbohidratos (2), bajar grasas, eliminar cereales y/o lácteos, una clásica dieta mediterránea o incluso habrá gente a la que le irá bien simplemente por una cuestión de autosugestión. ¿Cuál es el común denominador? 

Es simple: la reducción, incluso eliminación, de los alimentos industrialmente procesados.

"Pero Carlos - podríais refutar -, que cierta marca de lácteos ha sacado un último producto que es sanísimo porque lleva una fruta traída del Amazonas que hace que los indígenas tengan salud de hierro".  Es márketing, así de simple. Las marcas de la industria alimentaria buscan formas para vender los productos de siempre con pequeñas variaciones que apenas aumentan el precio de coste, pero que multiplican absurdamente el precio final. Para más inri, este tipo de alimentos luego tendrán azúcares añadidos para potenciar su sabor. 

¿Quieres estar saludable? Come fruta y verduras, come carne y pescado frescos, si te gustan los lácteos tómate un yogur entero, si te sienta bien come cereales integrales y no te olvides de las legumbres. Pica unos frutos secos, usa aceite de oliva virgen extra para aliñar y bebe sobre todo agua, con permiso del café o el té si no eres sensible. Evita los azúcares añadidos, los procesados y modera los edulcorantes artificiales. Más información en la entrada de Lucía en su blog "Dime qué comes": "Guía para comer sano". ¿Las proporciones? Las que te pida el cuerpo, siempre primando lo más fresco y lo más denso en nutrientes, que en occidente implica basar tu alimentación en verduras y fruta; por lo demás no pasará nada por hacer una dieta vegetariana, por hacer dieta cetogénica o paleolítica, siempre que estén bien planificadas (más información en la charla de Naukas de Aitor Sánchez sobre la dieta equilibrada). Esta es, por supuesto, mi visión, mi opinión, distintos profesionales cambiarían partes del párrafo o de la infografía sobre una dieta saludable. Es normal, no hay que alarmarse, las opiniones varían mucho, lo importante siempre es la esencia.

Es cierto que para perder peso es posible que necesitéis estrategias extra, normalmente basta con hacer cambios hacia hábitos más saludables, pero no siempre funciona, porque implica una intervención dietética que no siempre será sencilla.

Hay que olvidarse tanto de los nutrientes uno a uno, porque con lo poco que se sabe, presuponer que podemos reconstruir nuestra dieta en base a compuestos químicos es ser demasiado optimistas. Como dice el gran Álex Oncina, come alimentos, no nutrientes. No digo que sea fácil, porque no lo es. La comida saludable es la que no necesita ser vendida como tal. Es la que no necesita que nos recuerden sus propiedades saludables porque sabemos que lo son, pero nos da pereza echar mano de ella cuando podemos creernos las afirmaciones de la industria de que podemos compensar una mala dieta con unos pocos superalimentos de precio absurdamente alto.

(1) La infografía es de mi creación, está licenciada bajo Creative Commons con permiso de distribución no comercial con atribución.
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martes, 23 de junio de 2015

Mi opinión sobre el Summit Paleo 2015


Este último fin de semana he tenido la oportunidad de ir al Summit Paleo. Además de poder volver a ver algunas caras conocidas y a otras nuevas con las que me alegré mucho de coincidir por primera vez para poder charlar, tuve por supuesto la opción de escuchar un total de 10 charlas (me perdí una por incompatibilidad de horario).

Si leéis un poco mi blog, sabréis que mis ideas respecto a la nutrición se encuentran bastante alineados con los de la hipótesis evolutiva, pero también sabréis que tampoco soy un 'paleo' al uso, ni uso terminología relativa al mundo, no os llamo manada, ni tribu, ni nada semejante. Personalmente no me considero paleo, sólo una persona de mente inquieta que comprende que la evolución ha de ser tenida en cuenta en la nutrición, aunque sea por un puro tema de elegancia teórica. Pero no creo que haya que pasarlo por la etiqueta en cuestión porque da lugar a mucha confusión.

Por lo que he visto en redes, a la mayoría de gente le ha gustado, pero personalmente creo que hay unas cuantas cosas que se le podrían achacar y tienen que ser dichas. No pretendo ser hiriente, sino más bien constructivo.

A grandes rasgos creo que la gran falla del Summit ha sido una falta de coherencia en el nivel de divulgación. De las 10 charlas, ha habido algunas que parecían una clase maestra de fisiología, y otras, una especialmente, que resultaban muy básicas y bastante manidas. Aún con esas, personalmente habría organizado las charlas de una manera diferente, para alternar charlas más formales en donde el vocabulario de bioquímica era común, con otras más alcanzables para un público no especializado. En mi opinión, los mismos ponentes, pero con un poco de esfuerzo de organización para igualar el nivel a algo más o menos alcanzable para quienes no son sanitarios, pero sin aburrir a quienes lo sean, habrían dado una experiencia mucho mejor.


Charla de Xavi Cañellas: Microbiota Gut-Brain Axis 

Una charla un poco intensa, demasiado técnica. Habría ganado mucho puesta en otra hora, habría empezado con una charla algo más introductoria para ir calentando nuestras mentes. Con todo, a pesar de lo formal del continente, su contenido me pareció muy interesante, hablando de cómo la flora bacteriana afecta a distintos procesos, incluso a nuestro cerebro: nuestras bacterias intestinales pueden afectar a nuestros procesos mentales (toma ya). Tengo pendientes algunas cosas que mirar.


Charla de Wilfredo Ricart: Medicina evolutiva enfocada al problema de la obesidad, la diabetes y la lucha contra la infección

En mi opinión la mejor charla del congreso. Un gran divulgador con un gran conocimiento técnico que sabía mantenerse en el delicado límite entre el lenguaje formal y el divulgativo. Nunca había visto a alguien explicar tan bien el concepto casi esotérico de la inflamación sistémica y cómo esto afecta a nuestro sistema endocrino. También se tocó la conexión con el cerebro, con algunos ejemplos graficos, como el de la orina del gato que afecta la microbiota del ratón para que le pierda el miedo y le sea más fácil cazarlo.


Charla de Carlos Pérez: Intestino, el epicentro para la resolución de los trastornos inmunitarios

Esta charla me interesaba especialmente porque el asunto de las enfermedades autoinmunes y la microbiota me parece de los temas más interesantes que hay hoy en día en nutrición. Tristemente la charla no estuvo a la altura de las expectativas, fue floja y casi más una divagación de fisiología humana demasiado técnica y sin apenas contextualizar, mezclado con otras alegorías demasiado básicas.


Charla de José Campillo: Entrevista

La entrevista/charla, de interesante formato fue más floja de lo que uno esperaría de un grande como él, el autor de El mono obeso. Información desactualizada y afirmaciones muy dudosas como lo de que el ser humano es un carnívoro que come algunas plantas, no un omnívoro (???). Creo que esta habría sido una charla ideal para iniciar el congreso, aunque entiendo que siendo una de las estrellas se la quisieran guardar para más adelante.


Charla de Paris Fernández: Mitos y verdades sobre el colesterol

Tras unas cuantas horas hablando de inflamación y la microbiota intestinal, Paris nos dio una charla al uso sobre el colesterol. Lo importante no es el colesterol total, ni siquiera el LDL, es el número de portadores de LDL, más o menos lo que dijo Centinel en su blog tiempo atrás o yo mismo que completé con la misma analogía sobre los coches y la carretera. La charla no es que estuviera mal, era correcta, pero me pareció demasiado básica sobre todo viendo el nivel de otras. ¿Había alguien que hubiese decidido pagar los 85€ por ir ahí que no supiese ya la historia del estudio de los 7 países y la ciencia del colesterol? Esperaba algo más, sobre todo tras haber oído que su charla del año pasado había sido de las mejores.


Charla de Néstor Sánchez: Leptina

De un modo semejante a la charla de Carlos Pérez, la charla de Néstor dio demasiadas vueltas para poder hablar de la leptina. De nuevo, una torrentada de procesos fisiológicos que no parecían llegar a converger ni a contar una historia. Ni siquiera utilizó la información más actualizada para hablar de ella, hay estudios interesantes según me explicaron en humanos, de la Universidad de las Islas Baleares. Una pena teniendo en cuenta lo interesante que es el tema de la leptina, una charla de nivel más ajustado y más organizada se habría visto mucho mejor


Charla del Dr Villegas: El papel de los ácidos grasos en la evolución

Uno de los expertos españoles en el tema desde hace más tiempo, y en una forma espléndida a pesar de su avanzada edad. Aún así, vendiendo DHA él mismo (o su hijo), centrar una charla de horribles diapositivas en la importancia de ese tipo de omega-3 y su suplementación no sé si era lo más adecuado, a pesar de que hay que concederle que es muy buen orador. ¿Su momento culminante? Cuando demostró que el DHA era un ácido graso esencial porque en un caso clínico de un niño con un defecto genético necesitaba sí o sí tomar DHA. ¿No necesitamos en realidad la vista porque hay gente ciega? Yo también tengo mis dudas de si podemos vivir óptimamente sin DHA, pero es que él sería los primeros en criticar a un vegetariano haciendo una argumentación semejante. Esperaba aprender algo en la charla y sinceramente... no. 


Charla de Marcos Vázquez: El homo sapiens y la guerra de sexos

La charla más arriesgada del congreso. ¿Qué diferencias culturales podemos inferir de las diferencias biológicas entre hombres y mujeres? Algunas afirmaciones eran en mi opinión discutibles y otras deberían reservarse para entornos académicos, por ejemplo el decir que la falta de confianza en sí mismas de las mujeres sea algo biológico, podría escribir una entrada entera sobre el tema a base de divagaciones y no es este el propósito, siendo un tema tan complejo lo raro habría sido que todos estuviéramos al 100% de acuerdo. Todo aún así muy bien argumentado como el autor de Fitness Revolucionario nos tiene acostumbrados. Otra de las grandes charlas del Summit Paleo.


Charla de David Vargas: Dismenorrea e inflamación

David decidió hablar de la dismenorrea: dolores menstruales. Una charla interesante, aunque de nuevo muy técnica para el que creo era el nivel promedio de la audiencia. Trató de darle coherencia a lo dicho el día anterior, algo de agradecer para quienes no fuéramos capaces de seguirlo todo. Mencionó el papel de cierto tipo de grasas que contrarrestan los efectos fisiológicos de la inflamación,  resoleomics, que parecían interesantes. Es algo que tengo que mirarme mejor porque a mí aprender nutrición en HIIT, no me va bien.


Charla de Miquel Llorente: Una historia evolutiva de 65 millones de años

De nuevo, el propósito de la charla era semejante a la de Marcos pero sin diferenciar entre sexos. Hablando desde el punto de vista de la primatología, este doctor en psicología nos habló de las estructuras sociales de los primates, relacionándolas con la nuestra propia. Otra charla muy interesante, para la que lamento que mi fatiga mental no me permitiera disfrutarla al 100%.

Para la charla de Airam ya no estuve presente, así que no puedo dar mi opinión.


Conclusiones finales

Quiero terminar con algunos comentarios generales:
  • Ha faltado una unificación del nivel de las charlas. Si la intención era que fueran unas charlas divulgativas para población interesada pero no especializada, no lo he visto así y ha faltado una revisión de la organización para ello. Personalmente, las charlas más técnicas me costaron de seguir, y no es algo que me pase cuando veo vídeos de otros congresos semejantes, como el Ancestral Health Symposium, en EEUU. Valga decir que he estudiado algo de química en la universidad y no me es ajeno ver un proceso fisiológico.
  • Al menos, habría estado bien que hubiera una organización posterior para que, dentro de un mismo tema, las charlas fueran bien enlazadas.
  • (A posteriori) Habría dejado más tiempo para la discusión, 5 minutos para una charla de 1 hora es demasiado poco.
  • Creo que el precio de 85€ es excesivo. Sé que en DSP no hay nadie que cobre un duro, ni siquiera pagamos viajes para quien tiene que desplazarse, incluso si son ponentes invitados... de esa manera ahorramos muchos costes y podemos poner un precio de menos de 10€ ¿pero de ahí a justificar ese precio? No son necesarios ponentes famosos si luego dan charlas desactualizadas, ni tener azafatas que vayan repartiendo los micrófonos.
  • Las chicas (Virginia Gómez y Lucía Martínez) nos hicieron fijar en que no había mujeres ponentes. ¿Será verdad que la paleo es un mundo de hombres? (nótese que lo digo en broma, eh ). Personalmente, dudo que haya sido para nada premeditado.
  • Se habló mucho del concepto de la paleovida, que no es todo nutrición, pero estuvimos horas y horas sentados. ¿No podríamos haber hecho alguna actividad que implicara movernos? No necesariamente algo competitivo, pero algo un poco más práctico habría estado bien. Propondría hacer el próximo summit cerca de la playa  . Teniendo a un experto como Airam en paleotraining o a alguien como Daniel Ruiz entre el público como experto en barefoot, podríamos haber hecho cosas muy chulas.
  • En esto puede que tenga sesgo, pero el patrocinio de empresas de suplementación no me parece adecuado. Se trata de comer real, no de hincharse a pastillitas de prebióticos y probióticos, y si se toman, ha de ser un sanitario quien te lo recomiende por una necesidad clínica, no porque la persona ha oído que la microbiota es muy importante y justo había un puesto de venta al lado de la fruta.
  • Respecto al cátering, la verdad que no tengo queja (un poco de café no habría estado mal). Fruta ecológica y agua de coco para los que no se conformaban con el agua. 
  • Otra cosa que he echado en falta ha sido algo más práctico. Las típicas preguntas de "¿qué desayuno?", o alguien que diera una charla un poco más genérica dejando claro dónde están los grises: legumbres, ciertos cereales, lácteos para ciertas personas o fermentados... Para quienes ya estamos familiarizados. Hay muchas cosas que no están claras incluso desde el punto de vista más básico y no he tenido sensación de que se hayan expuesto así.

    Con todo, quiero agradecer a los organizadores por montar algo así. No es sencillo montar eventos, y movilizar a gente, ni conseguir ponentes que no te dejen en la estacada, soy consciente de que nunca es tan fácil como parece por fuera y no quiero ni mucho menos menospreciar su labor, que ha sido grande. Más bien al contrario, tienen la oportunidad de hacer algo grande, de mejorarlo hasta conseguir ser un referente, porque la audiencia la tienen y quiero pensar que escucharán estos comentarios sin cerrarse en las críticas.
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    miércoles, 20 de mayo de 2015

    Cambios genéticos en el ser humano

    Yasokichi Konikichi, luchador de sumo samoano
    En muchos textos en donde se habla de la dieta paleolítica, se exagera al afirmar sin remilgos que el ser humano no ha evolucionado apenas desde la introducción de los cereales. Podemos observar a poblaciones que han adoptado tardíamente una dieta occidental para ver hasta qué punto el ser humano ha sufrido adaptaciones a una dieta occidental. 

    En el libro Food and Western Diseases de Staffan Lindeberg, el tema se trata, aunque en cierta manera de un modo perpendicular:
    "Hoy en día, podemos ver una explosión de la incidencia de diabetes tras la introducción de un estilo de vida occidental. La situación en el Pacífico Sur es en cierta manera extraño, con una gran incidencia de diabetes entre jóvenes en países como Fiji, Samoa y Tonga[...]."
    De hecho podemos mirar los datos de incidencia de diabetes en países desarrollados y en desarrollo y ver las diferencias, como se puede ver en la imagen inferior. En países que están en proceso de occidentalización, una de las enfermedades más claramente relacionadas al estilo de vida occidental, la diabetes, tiene una distribución por edades totalmente diferente. No es un secreto que en Brasil, uno de los países estandarte de los países en vías de desarrollo, los problemas relacionados con la obesidad infantil están llegando a la situación de alarma nacional. Otro ejemplo es una mayor incidencia de obesidad entre estadounidenses de raza negra o latinos, que en blancos descendientes de europeos [1]. Podríamos decir que se trata de un problema monetario, ya que en Estados Unidos la poblacíon de raza blanca tiene un nivel de renta superior y hay buena correlación entre calidad de la dieta y nivel de renta. Pero una vez se analizan las diferencias entre raza por nivel de ingresos, los datos siguen mostrando esa diferencia entre etnias.

    Wild et al. Diabetes Care (2005)  [2]


    En el estudio citado, si lo miráis, se utilizan dos fuentes distintas de datos: EHDIC-SWB y NHIS 2003. En el primero no se ve ninguna diferencia y en el segundo se ve que consistentemente existe una diferencia entre blancos (no latinoamericanos) y negros. Pero en los datos del primero donde no se ve ninguna diferencia en la incidencia de diabetes entre razas, utilizan una muestra de datos con una diferencia de 7 años entre mujeres negras y blancas, teniendo las segundas 44,6 años en promedio. Es de conocimiento general que es en el tramo entre los 30 y los 40 que la mayoría de blancos desarrollan diabetes, así que sus conclusiones no creo que se sostengan suficientemente. En cambio, en el estudio del NHIS 2003, la diferencia de edad es de apenas medio año (alrededor de 34 años), viéndose en el mismo una diferencia considerable entre razas una vez separamos por nivel de renta.

    Es de suponer por tanto que los humanos de origen europeo son quienes han tenido una mayor adaptación a una dieta occidental y por eso la incidencia de enfermedades de la civilización es menor

    Además de la epidemiología que compara poblaciones y nos puede dar una idea de las diferencias genéticas y su relación con las diferentes enfermedades metabólicas, tenemos algunos genes identificados que afectan directamente a nuestra dieta.

    • El gen de persistencia de la lactasa: Tras la lactancia, los mamíferos dejamos de ser capaces de metabolizar la lactasa. El consumo de leche no fue extendido hasta la domesticación de los animales, y la tolerancia a la lactosa apareció en primer lugar en el este de Europa y en algunos otros lugares de modo independiente [3] como la India, Arabia o el este de África. Actualmente este gen se encuentra en un total del 35% de la población de la Tierra [4], dependiendo fuertemente de la etnia: los nativos americanos en rara ocasión toleran la lactosa, mientras que en el norte de Europa es relativamente común.
    • Amilasa: Entre los cambios de alimentación del ser humano, se encuentra entre ellos el de un aumento de hidratos de carbono utilizando féculas como tubérculos. Una de las adaptaciones fue desarrollar un mayor número de copias del gen relacionado con la amilasa salivar. Se ha encontrado de hecho una relación entre la obesidad y el número de copias de dicho gen [5].
    Aún así hay que tener en cuenta que las adaptaciones posteriores al paleolítico no están diseñadas para la longevidad del ser humano sino para la supervivencia hasta la reproducción. Se cree que si los seres humanos nos hemos adaptado para ser capaces de ser funcionales bien pasada nuestra edad fértil es como soporte de sabiduría en las viejas tribus y como forma de paliar la gran mortalidad infantil. Pero tras la inserción de la agricultura y la ganadería el ser humano dejó de depender de los ancianos para la prosperidad debido a un aumento de la natalidad. Es decir, los cambios genéticos a partir del neolítico han ocurrido en un contexto diferente en el que los humanos convivíamos con los demás en una explosión demográfica en donde los ancianos dejaron de ser necesarios como lo eran durante el paleolítico.


    [1] Flegal KM1, Carroll MD, Ogden CL, Johnson CL. Prevalence and trends in obesity among US adults, 1999-2000. JAMA. 2002 Oct 9;288(14):1723-7.
    [2] Wild S., Roglic C., et al. "Global prevalence of diabetes: Estimates for the year 2000 and projection for year 2030". Diabetes Care. 2004 May;27(5):1047-53.
    [3] Ingram CJ, Mulcare CA, Itan Y, Thomas MG, Swallow DM. 2009. "Lactose digestion and the evolutionary genetics of lactase persistence" Hum Genet 2009 Jan;124(6) 579-91. Epub 2008 Nov 26.
    [4]  M. Leonardi, et al. ''The evolution of lactase persistence in Europe. A synthesis of archaeological and genetic evidence''. International Dairy Journal 22 (2012) 88-97
    [5] M. Falchi, et al. Low copy number of the salivary amylase gene predisposes to obesity. Nature Genetics 46, 492–497 (2014) doi:10.1038/ng.2939
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    domingo, 5 de abril de 2015

    ¡Moveos por #SanidadDesnutrida!


    Nuestra salud se ve en buena parte influida por nuestro estilo de vida y en gran medida por nuestra alimentación. Eso por no hablar de que la ciencia muestra que una intervención dietética bien llevada es superior a la medicación en enfermedades tan comunes hoy en día como la diabetes o las cardiopatías más generalizadas.

    A pesar de todo lo que se conoce, aunque el gobierno por un lado promociona un estilo de vida saludable a través de la publicidad, a la vez prefiriere ahorrarse el dinero que debería dedicar en pagar a los profesionales adecuados. Si supusiéramos que la sanidad pública contara con un Dietista-Nutricionista por cada 500 personas, el gobierno sólo tendría que desembolsar un 10% del rescate a Bankia, o más o menos el equivalente del presupuesto para el AVE Madrid-Galicia.

    Pero en una clara cuestión de prioridades, el gobierno prefiere dejar el ámbito nutricional para médicos de cabecera y enfermeras; ambas ramas profesionales con, en general, insuficientes conocimientos de nutrición, algo que se ve reflejado en la clásica fotocopia cutre de intervenciones dietéticas.
    Fotocopia cutre de dieta para un diabético
    Yo no sé vosotros, pero no quiero que el Ministerio de Sanidad se limite a simplemente dar dietas sin ni un ápice de personalización, dietas avocadas a la ansiedad y al abandono; y que cuando la intervención dietética pautada por la Atención Primaria falla (como es lógico, por otro lado), se limiten a darnos mil y un medicamentos: aspirina, insulina rápida, lenta, para darse un capricho...

    Yo, como paciente y ciudadano,no como profesional (como sabéis, no soy nutricionista), quiero que me den el mejor tratamiento posible, basado en la evidencia y con mente de prevención. Por eso iré a #SanidadDesnutrida, una manifestación convocada por Dietética Sin Patrocinadores para pedir que se incluyan a los Dietistas-Nutricionistas y a los Técnicos Superiores en Dietética en la sanidad pública:

    #SanidadDesnutrida: Manifestación en pro de los profesionales de la nutrición en la Sanidad Pública. el 10/05/2015, a las 12:00 Frente al MSSSI (Paseo del Prado, 18)

    Más información en la web de Dietética Sin Patrocinadores.
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    lunes, 2 de febrero de 2015

    Genómica, salud y tests genéticos de alimentación


    Creo que para todos está claro que la dieta que potencie nuestra salud, es aquélla codificada en nuestro ADN. Es por eso que proliferan los tests genéticos para ver qué podemos y qué no podemos comer, y cada vez más gente paga por ellos buen dinero. 

    Pero es que la nutrigenómica no es algo tan sencillo como muchos se piensan. Pongamos un ejemplo: Mientras que el 99% de gente con celiaquía (una enfermedad que implica una respuesta autoinmune a la ingesta de gluten) tiene los genes HLA DQ2, HLA DQ8 o partes de estos genes, si hacemos el test genético en población no afectada, veremos que sólo un 3,5% de gente con este gen desarrollan la celiaquía. Un test diagnóstico válido no es aquél que sea capaz de detectar al 100% de positivos, sino aquél que no tenga falsos positivos.

    Un test de intolerancia alimentaria, debería ser capaz de ver los resultados de cómo afecta un alimento de forma aislada a nuestro cuerpo. Por ejemplo, la prueba del aliento tras ingerir lactosa (busca un exceso de metano en el aliento) o la prueba sanguínea de la celiaquía (busca transglutaminasa, que luego se confirma con una endoscopia). Pero una cosa es medir el resultado de una intolerancia, que suele ser bastante fiable, y otra cosa es verlo en nuestros genes. Que un gen exista no implica que éste se exprese, algo que depende de los hábitos de vida, lo que se llama la epigenética.

    El proyecto Genoma humano ha sido probablemente uno de los que más promesas han traído a la humanidad, una base de datos de secuencias genéticas que nos permitirían entender cómo estamos codificados como seres vivos... pero ha resultado más que complejo.

    La gente creo que se piensa que nuestra salud se relaciona con el genoma de una manera sencilla:

    A·x + B· y + C · z + ... = S

    Siendo A, B, C,... el factor genético que nos dará una respuesta de salud según cierto aspecto de nuestro estilo de vida, "x" la magnitud relacionada que dependerá de nuestro estilo de vida y S nuestra salud.

    Pero en verdad, la función puede ser tremendamente complicada, porque no todos los genes son independientes entre sí (eso quiere decir, los distintos aspectos de la salud están correlacionados, por ejemplo hacer deporte y crear músculo hace que lo que comamos nos afecta de un modo distinto). 

    A · x + B· y + C · z + D· x·y + E · x·z + F · y·z+ G · x·y·z+ ... = S

    O lo que viene a ser decir que nuestra salud es función de nuestra genética y nuestro estilo de vida, pero sin una delimitación muy buena de las distintas variables, es imposible llegar a sacar la función correpsondiente S = S(A,B,C...; x,y,z...). Tenía un profesor en la carrera que, hablando al respecto de la teoría de cuerdas, decía que una vez sobrepasas las diez variables, es fácil ajustar una función con forma de elefante. Con tantas variables somos tan sensibles a los errores de medida, los estadísticos (¿Cuántas medidas son estadísticamente significantes para saber que en promedio sólo hemos variado la variable que nos interesa?) y los sistemáticos (¿Cómo de precisa es mi instrumentación? ¿Estoy introduciendo algún sesgo en la medida sin darme cuenta?) que es simplemente imposible ser capaces de saber cómo tendríamos que comer leyendo nuestro código genético, y más a precios razonablemente bajos como solemos tener en los tests genéticos de alimentación.

    ¿Os imagináis que tanta complejidad técnica y experimental pudiera ser resumida en 300€ de un test genético que os diera la dieta personalizada para vuestros genes como si fuera una simple calculadora? Entenderéis por qué es una soberana tontería.

    Básicamente, tratar de elucidar cómo funciona nuestra salud desde cero, tratando de decodificar nuestro ADN, es una tarea entre titánica e imposible. Por eso, en mi opinión y con las técnicas actuales de experimentación, la investigación genética debería ser vista como accesoria a la nutrición, como plataforma de comprensión teórica, pero su utilidad clínica siempre va a ser limitada. Es quizá más interesante mirar cómo se expresan esos genes con las proteínas sintetizadas en la matriz celular, proteómica (o nutriproteómica, cuando se busca la expresión genética a nivel celular debida a nuestra alimentación), que la genómica porque sobre todo puede tener un papel diagnóstico mucho mejor que el genético, excepto en casos muy concretos.


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    domingo, 28 de diciembre de 2014

    El músculo es salud


    El decaimiento físico y mental que conlleva la vejez, es una losa que pesa en las mentes de la mayoría de quienes se preocupan por su salud, y una de las características más típicas de la edad son los problemas de movilidad derivados de la falta de fuerza. En el amanecer de nuestra tercera edad, sufrimos de la llamada sarcopenia, una pérdida de masa muscular derivada de una disminución de hormonas anabólicas que se relacionan el crecimiento y mantenimiento de nuestra masa muscular (testosterona y hormona de crecimiento) y un aumento de marcadores inflamatorios que producen catálisis (revisión).

    Si le unimos esa pérdida de fuerza con un aumento de masa grasa, el típico anciano barrigón, la situación llega al extremo de que muchísima gente resulta incapaz de levantarse por sí misma. Que luego cuando camina, lo hace con unas piernas que apenas pueden sostener su peso con lo que su postura al caminar va empeorando poco a poco, encorvándose más y más ante un cuerpo cuyo peso es incapaz de sostener. Ser viejo es, a la postre, sinónimo de debilidad. 

    Si le dices a alguien que si quiere lentificar el progreso de su vejez y mantenerse saludable por más tiempo, tiene que entrenar su fuerza, lo primero que pensará es que eso de ir al gimnasio a levantar peso sólo sirve para esto:

    (Ahora mismo mi esposa, que está a mi lado, ha pensado cosas raras...)
    El músculo ha sido mal visto durante años, tras la revolución de las ciencias de la información, el que tenía músculo era porque hacía trabajos físicos (como albañiles), y el que tenía la barriguita de la felicidad probablemente fuera un oficinista con un trabajo especializado. Por otro lado, el músculo se relaciona con el atleta estúpido que tantos conocimos en el instituto, esos que luego solían acabar haciendo trabajos físicos ("esos iban pa' harvard", decían en mi instituto... "harvañil"). Nosotros, la élite intelectual, no nos rebajaríamos nunca a entrenar nuestro cuerpo cuando tenemos tanto con lo que entrenar nuestra mente. 

    Cuando yo hablo de tener músculo, me refiero a una musculatura quizá no especialmente funcional, aunque sí equilibrada, pero sí la necesaria para que nuestro cuerpo tenga un nivel de fuerza saludable tanto física como mentalmente (2, 3, 4, ...). Hay pocas cosas que hoy en día la ciencia muestre con tanta claridad como lo saludable de tener cierto nivel muscular. Algo que ya sabían en la Grecia Clásica, el mismo Sócrates lucía un nivel muscular que hoy en día en una persona de su edad se habría considerado bastante.



    Cuando hablamos de músculo, creo que lo inteligente es seguir a la evolución. El nivel de músculo que nuestro cuerpo necesita es la masa muscular que el ser humano naturalmente desarrolla en su hábitat natural. Algo que ciertamente depende de la raza, porque no genera la misma masa muscular un habitante Kitava (tribu de Oceanía, con genética con facilidad de crear músculo) que un habitante de Masai (tribu de Kenia, con una genética bastante estilizada y resistente). No hay por otro lado ninguna razón por la que pensar que pasarse de músculo sea peor que quedarse corto y los beneficios son tantos, en tantos sentidos... Que si queréis dar un paso por vuestra salud, dejad de vez en cuando las zapatillas de correr, y metedle caña a esos músculos.



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    lunes, 22 de diciembre de 2014

    Movilizar grasas

    El otro día estuve hablando de las limitaciones del modelo calórico. Lo importante no son sólo las calorías, sino también las hormonas. Bueno, eso es cierto, pero también es lioso. ¿Qué quiere decir? 

    Todos conoceréis, si es que no os pasa a vosotros mismos, a alguien que parece que le resulte imposible perder peso una vez restringe las calorías. La solución clásica que se ha llevado utilizando en el ámbito clínico durante décadas ha sido presuponer que el paciente no estaba haciendo bien la dieta así que, para compensar que come más de lo que le piden, le ponen una dieta más estricta. Cuando pasado un tiempo la simple restricción calórica no funciona, se sigue con lo mismo una y otra vez. Es la clásica historia, todos la conocemos, la hemos sufrido, la hemos aplicado o la hemos aconsejado. Es común oír hablar del tema cuando oímos hablar del metabolismo, que si está ralentizado o si sufrimos de la temida tumba metabólica.

    Lo que tenemos que tener en cuenta, es que el balance calórico empieza a nivel celular:

    Fisiología de intercambio glucosa en la membrana celular
    No, no os asustéis, no voy a poner complicadas relaciones fisiológicos de cómo funciona la insulina y de por qué ésta puede limitar la pérdida de grasa. Lo importante es que las hormonas en sus niveles correctos y sus receptores capaces de medirlos correctamente tienen la clave para extraer o introducir nutrientes en las células. Por eso, por ejemplo, una persona con receptores en la membrana con resistencia a la insulina, tenderán a padecer sobrepeso entre otras enfermedades metabólicas (revisión). Otra causa común son marcadores inflamatorios que disrumpen el metabolismo (estudio). Y por supuesto todos habréis oído hablar del hipotiroidismo y sus problemas para bajar de peso, que no consisten simplemente en que gasten menos calorías, sino en que no pueden extraer grasas de los adipocitos (la tiroides es otra de las hormonas clave) y por tanto todo el peso que ganan difícilmente lo perderán. Cuando nuestras grasas no se movilizan normalmente, es como si tratáramos de sacar dinero de un bolsillo con la cremallera cerrada, por eso la glucólisis en tanta gente se vuelve la principal vía metabólica y luego sufren de hipoglucemias a la mínima que pasan un par de horas desde la última vez que comen. Es más, en casos más problemáticos, tratar de bajar de peso puede llevar a la pérdida de masa muscular, porque al cuerpo le resulta más sencillo catabolizar músculo que catabolizar grasa.

    Debido a la homeostasis y a las complejas interacciones entre hormonas, en general en la mayoría de personas cuando variamos los niveles de un tipo, también varían los de otro, hormonas que sirven como marcadores para nuestro cuerpo de hambre, o de señal de que deben movilizar grasas, o almacenar nutrientes Es decir, por si no fuera poco que el cuerpo regula las calorías a la bajacuando es incapaz de sacar la energía que necesita de los adipocitos, encima aumenta el hambre. Y el hambre, es una mala amiga, exigente e imparable.

    Por eso, para la mayoría de personas deberíamos dejar de pensar en cuál es el valor de la tasa basal del metabolismo, ésta puede tener el valor que sea, porque lo importante no es cuántas calorías gasta nuestro cuerpo para mantenerse vivo y en reposo, si no cómo mueve al alza o a la baja el gasto calórico basal en situaciones hipocalóricas o hipercalóricas.

    Por eso, si lo que pretendemos es perder peso, no basta simplemente con contar calorías, aunque ojo, en mucha gente sí, sobre todo en gente joven. Quemar calorías podríamos planteárnoslo exactamente como si encendiéramos cerillas, y la gente que no es capaz de movilizar grasas tendría una capa de cera recubriendo la madera. 
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    domingo, 2 de noviembre de 2014

    Fijarse en las calorías es limitado: 4 hechos que lo demuestran


    ¿Adelgazar es cuestión de calorías? No se puede negar la evidencia: sí. Las calorías son, en primera aproximación, lo más importante. Pero como decía Einstein, hay que simplificar las cosas, pero no demasiado. Quedarnos en que para adelgazar hay que simplemente comer menos calorías, y divulgar a la población esa imagen simplificada, es muy limitante. Al modelo calórico, hay que sumarle la reacción de nuestro sistema endocrino, nuestras hormonas, a aquello con lo que nos alimentamos o nuestro estilo de vida en general.

    Veamos algunos ejemplos bastante claros de ello:

    ¿Dormir poco adelgaza? Durmiendo, tenemos el cuerpo totalmente en reposo (menos el cerebro) y por tanto gastamos menos calorías. Sería lógico pensar que dormir poco debería ayudarnos a adelgazar...  Pero no. Numerosos estudios (un ejemplo de los miles que hay) relacionan la falta de sueño con el sobrepeso.

    ¿Tomar lácteos desnatados adelgaza? La lógica está ahí. Si normalmente tomamos un vaso y medio de leche y un yogur diario, si decidimos tomarlos desnatados reduciríamos unas 150kcal. Esa cantidad de kcal significaría más o menos una diferencia de 8kg anuales... Pero no. De hecho, aunque en una intervención es cierto que se empieza perdiendo peso, el efecto dura poco y el consumo de lácteos desnatados respecto a los enteros no sólo no asocia ninguna pérdida de peso, sino que quienes toman los lácteos con toda la nata tienen menos perímetro abdominal. Más información al respecto en: "Lo que dice la ciencia para adelgazar".

    ¿Cambiar azúcar por edulcorantes adelgaza? Una lógica semejante a la anterior. Lo lógico sería pensar que si eliminamos las 50kcal de azúcar que le echamos al café, o las 200kcal que tiene una coca-cola, adelgazaremos. Pero en la población, no se ve que gente que tome edulcorantes artificiales tenga una mejor composición corporal que quienes toman azúcar, más bien al contrario, de hecho en este estudio de intervención, eran las mujeres que tomaban edulcorantes artificiales quienes tenían más facilidad para ganar peso, quizá por razones neurobiológicas, o quizá por razones más complejas a través de una resistencia a la insulina inducida por la flora bacteriana.

    ¿La saciedad de los alimentos depende únicamente de sus calorías? Las personas tendemos a subestimar cuántas calorías comemos, sobre todo quienes tenemos problemas de peso, y eso lo haremos siempre de un modo supeditado a cuánto nos sacia una comida. ¿Nos sacian las 150kcal de una guarnición de patata hervida igual que las de un cruasán? Por supuesto que no. Y es de hecho la ingesta calórica medida objetivamente y no la que nosotros mismos percibimos la que predice mejor la ganancia de peso. Como ya dije en otra entrada, sí que podemos pensar en que algunos alimentos engordan si pensamos en su aporte calórico y en su saciedad.


    crédito: Esto No Es Comida

    Quedémonos con algo importante. Las calorías son importantes, pero cómo los alimentos afectan a nuestras hormonas lo es más, porque es lo que va a marcar cómo tanto en el corto como en el largo plazo el que tu cuerpo vaya a pedir más o menos calorías (ya sea para almacenar o para usar). No podemos estar infinitamente contándonos las calorías, pero sí podemos estar infinitamente comiendo sano.
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