Wim Hof, conocido como el hombre de hielo, es el hombre con mayor capacidad de resistencia al frío del mundo (aguanta −15C sin pestañear) (fuente: Getty) |
Nuestra piel está llena de terminaciones nerviosas, nuestro cerebro ordena a nuestras glándulas segregar distintas hormonas que nos controlan desde nuestro humor hasta el hambre que tenemos... Nuestro cuerpo ha evolucionado para decirnos qué es lo que no le gusta y nosotros, obedientes por condicionamiento, tratamos de aportarle todas las comodidades que nos pide. Pero nuestro cuerpo no ha evolucionado para estar lo más sanos posibles en nuestra situación actual, sino para estar más sanos en una época de hambruna y falta de toda comodidad.
A nuestro cuerpo le gusta el azúcar, segregamos hormonas de placer al comerlo, también le gusta estar sentado y descansar, al igual que le gusta la comida tirando a salada. El azúcar es sano, al igual que descansar o incluso la sal, todo es sano en su justa medida. Pero cuando las comodidades nos sobran es difícil controlar nuestro cuerpo y decirle que el azúcar proveniente de la fruta es más que suficiente, que no es necesario estar sentados 9 horas al día (la media de la población del ”primer mundo”), ni hay que comer los 20 gramos de equivalente en sodio que muchísima gente come a base de comida rápida, precocinados o embutidos curados.
Por eso, al igual que no pasa nada por pasar un poco de hambre de vez en cuando, tampoco pasa nada por pasar un poco de frío o calor, ni tampoco pasa nada si un día os apetece salir con la bicicleta y os estáis pedaleando 6 horas (llevaos plátanos en tal caso, son ideales para evitar calambres). Llevar nuestro cuerpo al límite de vez en cuando no le hace daño, pero es importante conocer dónde está ese límite. ¿En qué punto el hambre que tengo me va a hacer daño? ¿Cómo saber el punto en que mi cuerpo me dice que estoy sobreentrenando?
Es difícil que yo os lo diga, es una sensación que se va cogiendo a medida que he tenido entrenamientos más duros y me he notado sobrecarga muscular o he comido bastante menos de la cuenta y la sensación de hambre ha acabado manteniéndose más allá del hambre intermitente que verdadera necesidad de comida. Con cuidado, hay que ir buscando dónde están los límites de nuestro cuerpo, y de vez en cuando lo llevéis a él (¡sin pasaros!) porque, pensad, estamos diseñados para aguantar hambre, frío, sed y hacer ejercicio de un modo totalmente irregular, así dejaréis de estar limitados porque ”es necesario comer cada 2h30” o porque ”se me ha hecho tarde y no me he traído abrigo suficiente” o porque ”no puedo hacer tanto ejercicio esta semana o sobreentrenaré, así que me quedo en casa y no juego al fútbol con los amigos este domingo”. Desataos de los límites estrictos y limitaos sólo por vuestro cuerpo.
¡Dióh mio! He visto esa foto y me ha dado de todo! yo que soy incapaz de hacer más de dos flexiones seguidas... jajaja
ResponderEliminarla verdad es que suelo llevar a veces mi cuerpo al límite quizás demasiado, pero por ejemplo ahora que he vuelto de vacaciones y hasta octubre no empiezo mi último año de universidad, por las mañanas voy de la cama al sofá, y del sofá a la cama (a no ser que tenga algún recado que hacer), y depués de comer me apalanco hasta las 4. pero a las 5 me pongo la ropa de deporte y me bajo al gym hasta las 8. un par de clases y un rato en la sala.. puede sonar excesivo y acabo exhausta, pero la verdad es que compensa, es como si hubiera pasado todo el día activa... o eso creo yo... pero cuando vuelvo a mi rutina voy una hora u hora y media al gym porque ya he pasado todo el día activa.
no sé, la gente es muy exagerada con lo de pasarse o no pasarse, cada unpo sabe y conoce sus límites y creo que hay que saberlos y también, porqué no, hacer o no hacer algo si te apetece.
besines!!