Fuente imagen: Wikimedia Commons |
Excepto para ciertos individuos, el azúcar en general está bueno. La mayoría de nosotros hemos crecido con bollycaos, pan con nocilla, nesquik, helados, bizcochos, dónuts, magdalenas... No hablo necesariamente de bollería industrial, si no directamente de todos los productos que son de algún modo derivados del azúcar.
El consumo de azúcar no es necesariamente malo, no soy un ferviente creyente de las dietas tipo paleo que afirman que como los trogloditas no tomaban azúcar nosotros tampoco deberíamos hacerlo. Un poco de azúcar no está mal, sobre todo si no nos preocupa tanto perder peso como tener una alimentación saludable. Pero un exceso de azúcar en nuestra alimentación está relacionado con muchísimas enfermedades que hasta no hace mucho se relacionaban con el consumo de grasas saturadas, como la hipercolesterolemia. Respecto a hace 30 años, consumimos menos grasa, sobre todo saturadas, pero aún así las enfermedades relacionadas con un consumo alto de lípidos tienen una mayor incidencia hoy en día que nunca antes, la única razón es que, por poner un ejemplo gráfico, aunque hemos empezado a cuidarnos del consumo de grasas, muchos siguen poniéndole azúcar al yogur desnatado. De hecho, los últimos estudios están exculpando a las grasas (incluso las saturadas) de los casos de la hipercolesterolemia a favor (o en contra, según lo miremos) de las dietas altas en azúcar. Por ahora las únicas grasas que siguen considerándose responsables son las grasas trans, como las que tenemos en los alimentos fritos.
El azúcar ha ido aumentando su consumo a medida que la capacidad adquisitiva de las clases trabajadoras fue aumentando en los últimos 500 años. Las cosas dulces están buenas, y a muchísima gente le cuesta hacerse a la idea de que tomarse un refresco azucarado puede ser más perjudicial para la salud que comerse un filete de cerdo. Estamos acostumbrados a picar comida y de las cosas dulces no nos preocupamos a menos que estemos contando las calorías. Pero el azúcar no sólo es perjudicial sino que también provoca adicción, cuantas más cosas dulces tomas más ganas de dulce tienes.
Tenemos que olvidar esas nociones de nutrición errónea que nos enseñaron años atrás. Esa abominable pirámide alimenticia donde las pastas están en la base de la pirámide alimenticia en un marco de alimentación saludable. Tenemos que empezar a pensar en los pequeños caprichos azucarados como algo de lo que no conviene abusar.