
A veces cuando nos ponemos a dieta llegamos a obsesionarnos con la idea de comer sano. Para desayunar un café con dos cucharadas de avena y un puñado de almendras, o un sandwich de pavo con pan integral, para comer un poco de brócoli con pollo, aliñado con aceite y para cenar sólo el pollo, que los hidratos por la noche nos engordan (nótese la ironía).
Yo he estado estos dos meses tratando de expandir un poco mi mente. ¿Qué es lo que me diferencia...