Pages

martes, 16 de julio de 2013

Cuando la voluntad se rompe


La mayoría de los que a cierta edad hemos hecho alguna dieta, lo más probable sea que hayamos fracasado en alguno de los intentos de perder peso. Yo puedo contar al menos con las dos manos las veces que he querido perder peso y una vez he bajado a un peso con el que toda la ropa que tengo me está bien (unos 102kg), ya acabo dejando la dieta. El sentimiento de culpabilidad siempre viene luego. ¿Por qué no me cuidé más? ¿Por qué dejé de hacer deporte? 

Vivimos en un mundo de voluntades rotas, de gente incapaz de estudiar, de dejar de fumar, de dejar la sal... de mil y una situaciones en las que hace necesaria la voluntad y ésta se resquebraja. Pero para ellos no pasa nada. Un estudiante que suspenda asignaturas en la universidad es permisible, porque es normal. Alguien que no sea capaz de dejar el tabaco, se le perdona porque es un adicción. Tenemos que recordar ante todo que somos humanos, que nuestra voluntad es limitada, por mucho que podamos conseguir cosas increíbles si queremos. Y es que a veces, no es tan fácil querer algo hasta el punto de desear hacer el sacrificio.

La voluntad es la clave de todas las dietas, y es muy fácil para quien no le resulta un esfuerzo estar delgados ponerse a criticar. Aunque quizá los peores son aquellos que han sabido renunciar a la comida que les gusta y entonces se sienten superiores. Lo importante, y la idea con que quería que os quedarais en esta entrada, es que no es tan grave que nuestra voluntad falle. Si un día pasáis por delante de una panadería y no podéis evitar la tentación de comeros un croissant recién hecho, lo único que ha ocurrido es que vuestra voluntad ha tropezado, es como cuando un estudiante se pone al facebook mientras se supone que está haciendo un trabajo para clase. Pero un tropezón en nuestro camino a la vida sana, no significa que esté todo perdido, porque eso no significa que ya no podamos volver a él. Lo que tenemos que evitar a toda costa es esa sensación que a veces nos embarga de que si fallamos levemente, ya está el día perdido y por tanto podemos comernos lo que nos venga en gana o dejarlo todo. Un desvío es un desvío, pero podemos volver de él y seguir.

1 comentario:

  1. "Lo que tenemos que evitar a toda costa es esa sensación que a veces nos embarga de que si fallamos levemente, ya está el día perdido y por tanto podemos comernos lo que nos venga en gana o dejarlo todo." 100% de acuerdo contigo. Y oye, qué difícil que me resulta.

    ResponderEliminar